Gonzalo Maire (G): ¿Cómo caracterizarías el rol que cumple ALADAA CHILE?
Isabel Cabaña (I): En mi opinión, ALADAA CHILE cumple un rol fundamental en la difusión y educación sobre las culturas y sociedades de Asia y África para el país. Desde su creación hace algunos años, nos propusimos como foco trabajar para poner en relieve estas áreas de estudio, por el convencimiento de que son cruciales en la educación y producción del conocimiento en Chile, más allá de la visible relevancia política, económica e internacional.
G: ¿En qué sentido dices el “poner en relieve” estas áreas de estudio?
I: Podría decirse que buscamos ser un puente, que comparte y transmite, pues, estamos convencidos que la educación y el conocimiento para todos es la única forma de contribuir a un mundo de mejor entendimiento intercultural.
Aún son pocas las instituciones y grupos en nuestro país que se dedican a los estudios de Asia o África, por lo que, además, la existencia de ALADAA CHILE pretende sumar fuerzas para que en el futuro seamos muchas más.
G: Y tú, Elvira, ¿qué opinas sobre el rol de la asociación?
Elvira Ríos (E): A mi parecer, ALADAA aún es una asociación joven y que, si se mantiene en el tiempo, puede cumplir un papel importante en la sociedad chilena. No obstante, a sus cortos años de existencia, ALADAA CHILE ha adquirido responsabilidades que le han permitido ir poco a poco adquiriendo valor, como la única asociación académica en estudios de Asia y África en Chile, con conciencia no sólo en el desarrollo de la investigación en ambas áreas sino en la difusión pública de las culturas, las artes y las historias. Los fundadores de ALADAA CHILE comprendieron que, si necesitábamos mejorar y aumentar los estudios asiáticos y africanos en Chile y la región, requeríamos producir interés en los más jóvenes y niños. De ahí que la Asociación también difunde y realiza actividades en donde se convoque a un público que vaya más allá del académico.
G: ¿Podrías profundizar acerca del tema de la difusión?
E: En cuanto a la difusión en investigación, ALADAA CHILE, a pesar de estar aún en formación, ha sido la primera sede de ALADAA internacional en publicar un libro (en conjunto con El Colegio de México), lo que implica un desafío para seguir publicando como Asociación y en conjunto con otras instituciones, como también para las demás sedes de América Latina.
A esto se suma que ALADAA CHILE, a diferencia de otras sedes, es autónoma, no depende de una institución académica, lo que le permite funcionar como refugio para sus miembros, quienes pueden sentir la libertad de actuar y desarrollar actividades sin tener una institucionalidad detrás a la que deben regirse. Sus miembros, estudiantes, académicos y gestores en el desarrollo del conocimiento sobre Asia o África, recurren a la Asociación como un espacio libre, en el que se pueden crear, desarrollar y reflexionar en torno a las distintas temáticas de interés. Sin embargo, el compromiso de sus miembros debe ser mayor, pues, esta misma libertad de institucionalidad también significa un mayor esfuerzo por parte de quienes la constituyen.
G: La misma pregunta para ti, Ignacio, sobre la importancia de ALADAA CHILE.
Ignacio Tapia (Ig): Es una institución que funciona como una gran red de académicos que se vinculan por su interés en los estudios sobre África y Asia. El gran mérito se encuentra en que está conectando y organizando a distintas personas que, quizá, trabajando individualmente, no se verían tan potenciadas como lo están siendo ahora, levantando diversas iniciativas y proyectos con el fin de mejorar su desarrollo profesional y hacer divulgación de sus investigaciones.
G: Pregunta común para todos: ¿Cómo sientes que ALADAA CHILE te ha apoyado en tu desarrollo profesional?
I: ALADAA CHILE ha sido un pilar en mi desarrollo académico y profesional. Primero que todo, porque me ha permitido conocer a muchos colegas que tienen experiencias similares a las mías, propias de quien comienza estudios de ‘área’ desde las humanidades y ciencias sociales en Chile; he podido aprender de ellos, compartir impresiones, inquietudes y visiones de lo que queremos construir y, por supuesto, colaborar en distintas actividades y eventos que hemos organizado. Asimismo, ALADAA CHILE ha sido una maravillosa plataforma para poder mostrar mi trabajo y fortalecer mis redes académicas. Pertenecer a esta asociación me conecta con muchos compañeros y maestros latinoamericanos, con años de bagaje, y saber qué se está investigando y organizando, y qué está pasando en nuestra región es una oportunidad y un honor.
Ig: Aunque la mayoría de sus invitaciones están pensadas para realizarse en Santiago, agradezco su interés por integrarme como socio-estudiante. Se observa una alta actividad y motivación por parte de sus miembros, lo que se reflejó el año pasado con la intención de formar programas de apadrinamiento, en donde me vinculé con académicas expertas en materias de mi interés personal (con las profesoras María Elvira Ríos y Carol Chan), siendo una iniciativa diseñada para integrar a los miembros estudiantes de ALADAA, gracias a la cual tuve la oportunidad de tener mi primera experiencia postulando a un FONDART. Y en mi caso más particular, la institución me ha brindado de todo el apoyo para hacer posible un simposio de estudiantes (de pregrado) sobre África y Asia en mi universidad (PUCV), lo cual ha sido todo un desafío y experiencia para mi formación.
E: Mi vínculo con ALADAA se inició en 2008, siendo estudiante del Centro de Estudios de Asia y África del COLMEX, cuando asistí a un congreso de ALADAA México. Esa fue la primera vez que escuché sobre esta Asociación. En aquel entonces vi que era un espacio útil para estudiantes y académicos de América Latina, para conocerse entre ellos y realizar mayores actividades entre las universidades de distintos países de la región. Empecé a indagar y supe que ALADAA había sido formada hace ya 40 años en México, por profesores que aún estaban dictando clases y eran quienes mantenían en pie a la Asociación. En ese momento, el apoyo que veía de ALADAA para sus miembros era, principalmente, participar en sus congresos y formar redes de estudios con otros países de América Latina.
G: ¿De allí provino el interés de formar un ALADAA en Chile?
E: Cuando con un grupo de colegas formamos ALADAA Chile, nos sentimos animosos no sólo porque tendríamos el apoyo de los otros ALADAAs ya existentes, sino porque abriríamos una nueva ventana a aquellos estudiantes y docentes en Chile, que requerían más espacios de diálogo en torno a los estudios de Asia y África. ALADAA Chile me ha dado la posibilidad de creer en el trabajo en equipo, en la posibilidad de que una asociación se pueda transformar en una plataforma sobre los estudios asiáticos y africanos en nuestro país y crear redes entre estudiantes y profesores. De esto surgen otros apoyos que se gestan por el mismo desarrollo de la Asociación y de la organización de quienes han sido parte de las mesas directivas: difusión de actividades, conocimiento de becas, publicación, oportunidades de estudios, laborales, participación en congresos, actividades en el área pública, contactos, participación en workshop y, sobre todo, el pertenecer a un grupo de chilenos que buscan mayor espacio para ejercer su profesión en los estudios de Asia y África.
G: Pasando a un tópico directo e inminente para nuestra asociación: ¿Cuál es la importancia de un congreso sobre estudios de Asia y África en Chile?
I: El Congreso Nacional que se realizará este año entre el 24 y 26 de abril significa muchas cosas. Entre ellas, una instancia para conocer y permitir la exposición de trabajos, investigaciones y esfuerzos en general, de muchas y muchos profesionales, académicos y estudiantes en Chile que están enfocándose en los estudios africanos o asiáticos. En enero del 2016 tuvimos una primera experiencia como anfitriones del XV Congreso Internacional de ALADAA, donde participaron especialistas de toda América Latina. Fue maravilloso poder aprender de ellos y reparar con más firmeza en la importancia que tiene la mirada local y regional en aquellos temas. A partir de la experiencia de hace 3 años, nos dimos cuenta que la comunidad chilena existía y participaba, por lo que nos propusimos con este congreso nacional ofrecer una instancia para nosotros, conocernos, fortalecer redes y dialogar en torno a los temas que nos convocan.
E: En concreto, los congresos me parecen que funcionan como un espacio en que, de alguna manera, se detiene el tiempo y se reflexiona en torno a lo que se está haciendo y siendo sobre algo. ALADAA tiene como objetivo principal la creación de congresos nacionales e internacionales, por lo que para la asociación son instancias especialmente significativas y también escasas, pues aún en América Latina son muy limitadas las actividades de convergencia en que podemos hablar y escuchar al otro, que investiga sobre temas del Asia y África. De ahí su importancia: un espacio de encuentro, convergencia y discusión en torno a los estudios asiáticos y africanos. Para Chile es un momento casi único. Solemos tener seminarios o congresos de China, Japón, India, Corea o del Asia en concreto, pero un congreso que une Asia y África, aparte del de Aladaa Chile, no existe. Lo particular de esto es que se produce un vínculo entre tres regiones - África, Asia y América Latina- que han estado sujetas a los estudios eurocentristas o estadounideneses y las dos primeras las conocemos desde lo que otros han explorado de ellas. De ahí que los congresos de ALADAA tienen el desafío de analizar nuevas teorías sobre las distintas temáticas desde y como latinoamericanos.
Ig: Al igual que la asociación misma de ALADAA, un congreso nos vincula con quienes tenemos los mismos intereses y pone en valor un campo investigativo que en Chile aún sigue siendo muy fértil, desde donde pueden surgir nuevas ideas al establecernos en discusiones constructivas. Y tal como se titula el congreso de este año (El estado del arte), el evento viene a hacer una radiografía sobre en qué están los estudios en torno a Asia y África por parte de los investigadores chilenos hoy, lo cual dice mucho sobre la sociedad en la que estamos y cuáles son sus horizontes.
G: ¿Cuáles deberían ser las estrategias a futuro para el desarrollo de los estudios africanos y asiáticos en el país?
I: En mi opinión, el desafío está en perder el miedo que le tenemos a la distancia. África o Asia geográficamente están lejos pero, como objetos de estudio, están aquí y están presentes, y nuestro trabajo como chilenos es legítimo y válido. Chile dialoga día a día con el mundo, a través de sus inmigrantes y emigrantes, la comida, el comercio, los viajes, etc. Virtualmente, las fronteras han desaparecido, y la conexión e interdependencia son el formato de comunicación de nuestro siglo. Tenemos, más que siempre, la oportunidad de acercarnos a estas regiones, aprender de sus culturas y lenguas y especializarnos con propiedad. Nos corresponde asumir esa realidad y responsabilidad, y llenarnos de libertad para enfrentar los desafíos desde nuestro país y continente.
Ig: Definitivamente el futuro no se va a jugar tan solo en sucesivos congresos cerrados para los únicos académicos interesados, es necesario reactivar el rol social de los cientistas sociales y las Humanidades. No tengo la certeza en este momento de cómo conectar la academia con la sociedad (más allá de forzarnos a salir de la comodidad de la academia), pero está clarísimo que las instituciones chilenas deben abrirse cada vez más a la incorporación de este tipo de estudios, o estaremos condenados a observar el regreso de fantasmas racistas en los estereotipos sobre las poblaciones inmigrantes o perdernos del simple ejercicio de mirar para aprender de otras experiencias frente a desafíos históricos comunes (como las vías adoptadas al cambio climático por países africanos y asiáticos, soluciones a conflictos étnicos, etc.).
E: Pienso que se vincula a los objetivos de los congresos, en que podamos desarrollar con mayor fuerza los estudios de Asia y África con la mirada latinoamericana y con el lenguaje de nuestra región. Reconocer y ser conscientes de todo lo que nos falta por aprender y avanzar en una narrativa propia, la que también sea un aporte en estos estudios para otras regiones del mundo. Asimismo, me parece muy importante llevar la teoría a aspectos más pragmáticos: no quedarnos en la idea, en el pensamiento, sino también en la acción. América Latina puede aprender sobremanera de las culturas asiáticas y africanas para llevar a la práctica acciones que sean de utilidad en diversas áreas de las sociedades.
G: Pero, ¿cómo podemos lograr ese aprendizaje de África y Asia?
E: Es preciso fortalecer aún más las actividades públicas, con los más jóvenes y niños. El modo en que hoy nos relacionamos con el otro ha cambiado: la información fluye mucho más rápido, pero también desaparece velozmente. Esto último ocurre no sólo por la fugacidad de las fuentes de información, sino las dificultades que hoy tenemos por retener información en nuestras mentes. Debemos ser capaces de transmitir conocimientos en distintos ámbitos de la sociedad, pero con las herramientas adecuadas para plasmar ideas que generen atención y despierten la curiosidad, la pregunta, la necesidad de seguir indagando sobre el Asia y África, como una búsqueda constante y no fugaz. Es decir, que la pregunta inicial lleve a otras y logremos, desde el desconocimiento, acercarnos más, mejor, y con mayor comprensión al otro asiático y africano, logrado interactuar y colaborar mutuamente, desarrollando nuestro propio lenguaje.