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El espíritu humano y las relaciones internacionales: reflexiones desde la Epopeya de Gilgamesh por Cristián Castillo Vásquez

La Epopeya de Gilgamesh, considerada la obra literaria más antigua de la humanidad, trasciende su carácter épico para convertirse en un testimonio profundo de las aspiraciones humanas frente a la inmortalidad, la amistad, el poder y el sentido de la existencia. Originaria de Mesopotamia, esta narración ofrece un marco simbólico y filosófico que puede conectar las inquietudes universales del espíritu humano con los desafíos contemporáneos de las relaciones internacionales.


El viaje de Gilgamesh, un rey mitad humano y mitad divino, representa una travesía de transformación personal y colectiva. Inicialmente dominado por la soberbia y el abuso de poder, su encuentro con Enkidu, una figura que simboliza la conexión con la naturaleza y lo "otro", lo lleva a replantearse su propósito. La amistad entre ambos no solo humaniza a Gilgamesh, sino que lo impulsa a emprender una búsqueda hacia la inmortalidad tras la muerte de Enkidu, enfrentando la fragilidad de la existencia humana.


En el corazón de la épica descubrimos la amistad de Gilgamesh y Enkidu, un relato de amor fraternal que transforma la visión del protagonista y lo conecta con su humanidad. Este amor, nacido de la confrontación y la aventura compartida, revela la profundidad del espíritu humano y su capacidad para encontrar sentido en lo que realmente importa: las conexiones genuinas y el legado que dejamos.


La universalidad de las preguntas que plantea la epopeya —¿cuál es el propósito de la vida? ¿cómo enfrentamos la mortalidad?— resuena en las aspiraciones de diferentes culturas. En la tradición confuciana, el concepto de armonía () refleja la búsqueda de equilibrio entre intereses individuales y colectivos, mientras que las cosmovisiones indígenas de América Latina ofrecen paralelos en el respeto por la naturaleza, como el que encarnaba Enkidu.


El final del viaje de Gilgamesh, cuando retorna a Uruk y comprende que la inmortalidad reside en el legado que deja a su pueblo, aporta una lección clave para las relaciones internacionales: los esfuerzos por construir un mundo más equitativo, pacífico y sostenible trascienden a los individuos y residen en las estructuras y sistemas que perduran. En este sentido, la cooperación entre Asia y América Latina, a través de tratados comerciales, intercambios educativos y diálogos culturales, es un ejemplo de cómo las civilizaciones pueden trascender sus propias epopeyas históricas y encontrar puntos de convergencia para avanzar juntas.


El espíritu humano, enfrentado a preguntas fundamentales sobre la vida, la confianza y el amor por el otro, encuentra en la Epopeya de Gilgamesh un espejo de sus aspiraciones y desafíos. Así como Gilgamesh descubre que la verdadera grandeza no radica en la inmortalidad, sino en lo que se deja para las generaciones futuras: el legado. La epopeya nos invita a reflexionar sobre la importancia de construir un legado, respetando la diversidad, preservando lo que es común y buscando un horizonte que da sentido a nuestra existencia.


Poema inspirado en fragmentos de la Épica de Gilgamesh:


Voy a recorrer un camino

por el que nunca he andado.

Voy a emprender un viaje

desconocido para mí…


Debiera estar contento,

con el corazón gozoso.


Oh, Gilgamesh, ¿a dónde vas errante?

La vida que buscas,

nunca la encontrarás…


Ya que elegiste batirte, sigue el camino.

Que tu corazón no se asuste; ten confianza en mí.


Ve, Gilgamesh, ojalá…

¡Ojalá! los dioses caminen a tu lado.




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