Por Gonzalo Retamal, miembro de Aladaa Chile. Publicado originalmente en Biblioteca del Congreso Nacional.
Cho Nam-Joo releva la crudeza del abuso sexual y laboral de la mujer coreana en una obra literaria que traspasa fronteras y el tiempo.
En columnas anteriores esbocé en breves líneas la producción cultural de Corea a nivel mundial, mencionando de forma sucinta la única novela traducida al español llegada a Chile, “Kim Ji-Young, nacida en 1982” de Cho Nam-joo, disponible también en film. Debe señalarse, de todos modos, que existe una producción literaria de Corea en español de gran relevancia en otros países como Argentina, variando las temáticas y sus formatos disponibles. Ahora bien, la presente novela posee las cualidades literarias y estéticas necesarias para abordar un tema contingente, provocando en el lector una mezcla de sutilezas emocionales que permiten la reflexión más profunda en el contexto cultural e histórico mundial en el que estamos viviendo.
La historia narrada se basa en la cotidianidad desgarradora de una mujer “común” cuya experiencia es compartida por gran parte de las mujeres del mundo, retratando con sencillez una variedad de temas que pone en evidencias las carencias de la humanidad. Dentro de este orden, la novela explaya el horror del sistema patriarcal en un contexto político social particular que prioriza la compleja narración de los personajes en conflicto. Sin bien la novela se articula en función de varios personajes que se interceptan en la vida de la protagonista, ninguno posee la relevancia de Kim. Es ella el centro y motor de toda la narrativa, provocando una conexión más viva, íntima y sustancial con el lector. El relato de Cho Nam-joo deja en evidencia la precariedad material que conlleva la desigualdad laboral, la mínima consideración emocional sobre la misma, la poca empatía de familiares y amigos con el abuso y acoso sexual en contra de las mujeres.
El recorrido de la protagonista va evidenciando las etapas de vida de Kim Ji-young quien vive en carne propia la deshumanización, la crudeza, las contradicciones familiares y las inadaptaciones de la sociedad. Su complejidad no cae en una narrativa de tortuoso camino, más bien, logra exponer con elegancia de palabras una ilación de historias vividas por la protagonista, considerando temas tan dolorosos y variados como la locura y la maternidad con una narración concisa. Cabe resaltar que la potencialidad de la novela está en poner en debate la estructura política y, además, cuestionarnos como sujetos político-humanos-sociales el rol que cumplimos para denunciar la explotación de todo tipo en nuestras propias comunidades.
La autora basa su obra en una serie de datos y estadísticas en notas a pie de página que van corroborando la cruda realidad de la sociedad coreana. Desigualdad que no nos es ajena en lo más mínimo realzando posibilidades e instancias de cuestionamientos sobre el rol político que se ejerce en nuestro país. La novela basada en datos reales visualiza la cotidianidad de la mujer en Corea extrapolando sin un mínimo de diferencia en nuestra propia sociedad chilena. Esto nos lleva a considerar de suma importancia apresurar el diálogo dentro de la ciudadanía y con el agente estatal para avanzar en proyectos de igualdad social y eliminar la corrosiva explotación laboral que se ejerce en nuestra comunidad.
Denunciar el abuso sexual y tener un programa de acompañamiento continuo con los afectados, y, especialmente desde y para la masculinidad ejercer un proceso de desconstrucción cultural aberrante que nos aqueja. Finalmente, es preciso considerar nuevos espacios en donde se trabaje con la salud mental de la sociedad para evitar los altos niveles de estrés y suicidios, que en el caso particular de Corea se evidencia periódicamente sobre ídolos juveniles. La novela es un libro abierto para rebatir todas y cada una de nuestras acciones humanas dando paso a una reflexión en torno a la precaria vida que nos lleva el sistema capitalista basado en lo económico.
*Gonzalo Retamal (Gialik) es poeta, profesor de Historia y Ciencias Sociales y estudiante de Doctorado en Literatura Hispanoamericana Contemporánea. Miembro de Aladaa Chile y GIIA-UPLA
“Las opiniones vertidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan, necesariamente, el pensamiento del Observatorio Asia Pacífico BCN”.
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