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My Holo Love: reflexiones sobre la humanización de la tecnología desde Corea

Por: Gonzalo Retamal


Esta columna fue originalmente publicada en Biblioteca del Congreso Nacional


El dorama ha creado su propio espacio en la comunidad mundial y nos permite la entretención y análisis de asuntos de gran relevancia nacional como nuestra preparación para convivir con la inteligencia artificial.


El mundo globalizado rápidamente ha unido espacios diversos en una compleja red de interacciones humanas a través de la tecnología. Hoy, es imposible imaginar el mundo sin una base de aparatos tecnológicos que nos envuelven en nuestro cotidiano y que al final del día han permitido tanto el avance hacia un futuro de estabilidad humana como de la destrucción irreversible del mundo natural. Esta explosiva era tecnológica ha puesto a la humanidad en un diálogo continuo y sincrónico entre sociedades dispares, en una complementariedad recíproca de ayuda mutua y conexiones culturales de relevancia.

En otro aspecto, la tecnología y en especial el ámbito de las telecomunicaciones ha propiciado lo contrario, es decir, el encierro e individualidad, evitando la interconexión física entre seres humanos. En el caso de Corea del Sur, luego de haber sufrido el proceso de colonización japonesa y la reestructuración de la política nacional con la colaboración de los Estados Unidos, el país logra salir del anonimato gracias a la política que pone en la educación y la producción tecnológica su fundamento y motor para salir del subdesarrollo.

Dentro de la industria, la cinematográfica y televisiva ha abierto un espacio para la producción de doramas (series dramáticas o k-dramas) y filme que se difunden a nivel internacional con gran acogida como lo fue la película “Parasite” recientemente premiada con el Oscar. Este aspecto cobra relevancia, ya que “remueven territorios, ejercicios de poder, promesas de subjetividad, […] símbolos y nuevas presencias históricas” (Zarco Quintero), permitiendo visualizar aspectos culturales que remecen nuestra propia humanidad.

El drama coreano como espacio de entretenimiento y creación de nuevas realidades y estéticas, es también instancia de reflexión. Y para ello, considero pertinente hablar de “My Holo Love” del director Lee Sang Yeob y el guionista Ryoo Yong Jae estrenada el 7 de febrero de 2020. La historia dramatiza, en un tono romántico, la posible y no tan lejana realidad virtual unida a la soledad que cohabita en la humanidad hiperconectada. La protagonista “Han So Yean”, interpretada por la actriz Go Sung Hee, adquiere por causalidad unos anteojos que proyectan virtualmente a “Holo”, un holograma con figura humana creado por una empresa de avances tecnológicos.

Este holograma se posiciona como agente “acompañante” para solucionar la vida del usuario en su cotidianidad. El actor Yoon Hyun Min quien protagoniza a “Holo” interactúa computacionalmente con “Han So Yean”, una joven cuya enfermedad visual (prosopagnosia) la aisló del mundo social.

Ambos personajes van construyendo lentamente relaciones profundamente afectivas que traspasan los límites de la lógica consciente entre lo humano-no humano. El drama ha llevado a la reflexión de los televidentes sobre lo que se llama el “humanismo científico” (Aldunate Phillips) o la humanización de la tecnología, entendiendo que hemos entrado ya a la deshumanización de lo humano considerándolo como un agente periférico e invisible. La tensión de la propuesta dramática confluye en la desarticulación de las teorías matemáticas del funcionamiento lógico y racional del holograma, cuando éste toma decisiones por sí mismo y comienza a desarrollar sus emociones.

El personaje del holograma también tiene su némesis: el creador, un ente deshumanizado y sumido en una desconexión con la realidad social, familiar y personal. “My Holo Love” nos lleva a reflexionar hacia dónde va la tecnología y, más importante aún, hacia dónde la humanidad lleva su propia humanización. La bibliografía al respecto de la cibernética y los robots es abundante, sin embargo, en el plano social, se debe avanzar aún más en políticas públicas acerca de los límites de la tecnología en una sociedad que la consume vorazmente.

En Chile, la creación y uso de la tecnología está aún lejos de países como Corea o Japón como lo certifica otra columna expuesta en este medio, sin embargo, no cabe duda de que tarde o temprano se deberá enfrentar la nueva era de la robótica en los espacios públicos, cuestión que la sociedad tendrá que estar preparada. Ahora, creo que deberíamos plantearnos las siguientes cuestionantes: ¿Hasta qué punto la humanización del ser humano es un tema relevante en las políticas públicas? o tal vez, ¿Estamos preparados para convivir con la inteligencia artificial?, la respuesta podría estar en este dorama que abre paso a nuevas formas de visualizar el inicio de otra era tecnológica.

*Gonzalo Retamal (Gialik) es poeta, profesor de Historia y Ciencias Sociales y estudiante de Doctorado en Literatura Hispanoamericana Contemporánea. Es miembro de Aladaa Chile a 2020.

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